21/10/13

Como un poeta de 1900 ( II )

No quiero caer en especulaciones de lo que no fue,
dijo ella por dentro.
Hay historias que son sabidas, aún sin contarlas desde que no han empezado,
hoy pega la nostalgia de algunas canciones, de ver tu soledad justificada.
Quien espera tantas noche de atención?
De esas que clavan la mirada en los intereses lejanos,
de discos que ya había escuchado pero sonaban distintos en tu compañía.
Hoy es domingo, y se parece mucho a ese lunes,
ese donde descubrí que ahí estabas,
desinteresado al final, y donde todo se perdía.
Como en una tosquera, se hundía todo el cariño y la frágil presencia,
la que ríe de tu imaginación e inocencias tan perfectas.
Es asi que confirme una vez más que a veces hay despedidas,
no verbales, sino de esas que solo te alejan.
Y duelen.
Que mas puedo decir? Oi de tus historias, de aquella dolorosa pérdida,
di lo que pude, sostuve más de lo que pensé que se debía.
Noches de juegos que no entendía, pero admire por su arte.
Vi ventanas que mostraban un cielo que nada tenían que ver con mis ojos.
Pero en fin, de nada valen.
Se escurren en insignificancia, como todo lo que no es acariciado por la muerte.
Ya ves, es bueno recuperar ese pedazo de metal insignificante.
Ese que nos dejo desnudos en su ausencia.
Ayer escuchaba Pequeñas Anécdotas de las instituciones,
me conmovían sus canciones.
Hoy me queda una frase que nada tiene que ver con su argumento.
"Porque yo esperé en vano que me dieras tu mano"...
Y puedo escuchar la historia de aquel día que compraste ese disco.
No e puede esperar nada más, si soy una extraña en territorio donde siempre se ven enemigos,
de esos idiotas que extrañan,
aunque el deseo de encontrarte sea tan real y posible.
No estoy muerta, no. Y no espero que nadie lo esté.
Soy tan real como todo lo que dí, tan honesta como tu dolor.
Mis palabras retrocedieron 1900 caracteres,
lo cual no es incierto en medio de la ceguera, la sordera y la indiferencia.
Una mirada como de película de terror, y la sonrisa mas linda del mundo.
Mejor me despido, como siempre los domingos son extraños,
pero los lunes cuando hay batallas que dar, son el suicidio del dolor.

Clara Liz

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