Escribías, sentada frente a esa notebook ya un poco vieja y
mañosa con su mouse, era para un periódico que esta resurgiendo y era algo
importante, era sobre unos cortes de calle de estos días movidos, te alcance
una lagrima casi hirviendo sabia que tardaría en tomarla, te mire como siempre
y tu infaltable “gracias amor”. Te deje seguir, mientras el humo de tu cigarro
dibujaba figuras extrañas con las que me entretenía, el cenicero rebalsaba de
colillas ya rotas y la tele siempre de fondo. Estaba exhausto dia largo el de
hoy necesitabas un simple tinto y un poco de nada. Por esos días me gustaba
mirar el pasado en la memoria, algo nuevo venia, pasaban esas cosas que siempre
esperaste, estábamos al asecho y casi ocultos de algún polizón, ella seguía
escribiendo y la contemplaba, me gustaba mirarla en el tiempo como sabiendo que
era real lo irreal, le echaba en cara entre risas lo cuanto que tardo en
ponerse en darle bola a su oficio de periodistas, la conocí cuando recién
empezaba sus estudios, pero todavía eran tiempos donde lo urgente le ganaban a
lo importante, donde los miedos del error, y las obsesiones de la perfección
era más que la audacia y la acción imperfecta de la cual tanto aprendíamos en
el dia oscuro, las noches de escapes buscando el fin del arco iris.
Era un departamento pobre, con lo que había en esas épocas,
siempre cocinaba como era de costumbre, era mi lugar por las noches, me
relajaba y gustaba verla llegar hablando mil cosas en el teléfono, con papeles
que todavía usabas en tu nostalgia contra la modernidad. Siempre me pedias la
tortilla de papas que con la receta de mi abuela difunta te conquiste a vos y
tu mama una vez en tu viejo hogar. Seguías siendo maniática con la cama, el
orden y esas cosas, yo creo que ya las había asimilado y ni me metía, solo me
reía a veces para que te enojaras.
Los años nos había dejado asimilar nuestras manías y
costumbres, pero todavía estábamos lejos de la rutina en esos días un poco
grises de fugas, escondites y miedos, los ritmos de la vida era con
taquicardias, soñábamos a diario y así vivíamos, habíamos podido recuperar esa
frescura que habíamos perdido en los días de perros, siempre te contaba lo
mismo, y como la había perdido y como le habían dicho, también los sobresaltos
no nos dejaban ser rutinarios a diario, pero nos gustaba tener nuestros
rituales de viejos, el diario de los domingos, los brazos enterrados por las
noches y el beso al dormir. Si era rutinario también, pero era distinto,
alegre, pasional, nos reinventábamos en cada esquina, había eternidad, nos
caíamos pero la mano del otra levantaba al caído, paseábamos por nuestros
cuerpos con el ardor de la primera mañana donde mostramos nuestras pieles, no
éramos idealistas, algo siempre había, no lo sé, pero era eterno, era profundo,
había calado hondo, dejamos marcas, cicatrices de esas que cuelgan en las
cruces de la cotidianeidad.
Todavía te miraba y caí rendido, te escribía sin prisa
versos y poemas de colores en tu vientre y las nalgas, podía enfrentarme al
mundo con mis gritos, con oratoria y verborragia, podía ser cruel y dañino,
pero caí, rodaba en tus pies y tu miel en la mirada. Soñaba por las noches en
ser tu guardián de tus labios, reíamos mientras jugábamos en nuestros cuerpos
después del placer. El hábito en las grandes pasiones seguía vivo, y nos miraba
de reojo, no había demasía en esas paredes que transpiraban de la humedad y
amor.
Hoy me levante así, “perdón si me vez lagrimear, los
recuerdos me han hecho mal” canta el polaco en esta pieza desierta de algodón y
caricias, veo como el tiempo sirvió para que la lluvia y el sol hagan los suyo
con las plantas y sirvan para eso, para crecer.
No sé donde estarás, el miedo al abandono me paralizo por las noches,
todavía tengo tu retrato un poco opaco por los años, la mala impresión y el
humo de este cigarro, pero me deja ver tus pómulos frente a los míos, la
declaración de amor entre llantos con el miedo que tenias al perderlo todo en
esa tarde de acha y la vía, el verte cuando te dije que te amaba por primera
vez, el mensaje del noviazgo. Sentí tu pecho al llorar lleno de miedos del
pasado, cuando temblaba y me contemplabas.
Hoy me levante, me golpee y así Salí a buscarte…
benjamin
hermoso
ResponderEliminarMuy bueno!
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